Alimentación Vegetariana
¿Por qué ser vegetariano?
¿El cuerpo humano está hecho para seguir una dieta vegetariana o se adapta mejor al consumo de carne?
Para encontrar la respuesta, hay que tener en cuenta dos factores: la estructura anatómica del cuerpo humano, y los efectos físicos del consumo de carne.
Puesto que el acto de comer comienza con las manos y la boca, veamos qué nos revela la anatomía de esas partes del cuerpo. Los dientes del hombre, como los de todos los seres herbívoros, son idóneos para triturar y masticar sustancias vegetales; el ser humano carece de los colmillos afilados que caracterizan a los carnívoros y que les sirven para aferrar y desgarrar la carne. Generalmente, los animales carnívoros ingieren su alimento sin masticarlo, de modo que no tienen necesidad, ni de molares, ni de mandíbulas con movilidad lateral.
Además, la mano del hombre, sin garras afiladas y con un pulgar opuesto a los demás dedos, es más apta para sujetar frutas y verduras que para cazar y dar muerte a sus presas.
La digestión de la carne
Una vez en el estómago, la carne necesita, para su digestión, de unas secreciones de jugos gástricos con un alto contenido de ácido clorhídrico. El estómago de los hombres y de los animales herbívoros produce ácidos veinte veces más diluídos que los generados por los carnívoros.
Trastornos cardíacos
Otro indicativo del carácter antinatural del consumo de carne viene del hecho de que el cuerpo humano es incapaz de asimilar una ingestión excesiva de grasas animales, a diferencia de los animales carnívoros, que pueden metabolizar grandes cantidades de colesterol y grasas sin por ello sufrir consecuencias negativas. Se han hecho experimentos con perros a cuya dieta se añadió, por un período de dos años, una cantidad de 200 gramos diarios de grasa animal, sin que por ello se apreciase el menor cambio en su tasa de colesterol.
Cáncer
Una prueba adicional de que el intestino del hombre no es apto para digerir la carne la aportan los numerosos estudios que establecen una estrecha relación entre el cáncer de colon y una dieta rica en carne.
Las causas de la enfermedad, en este caso, deben referirse al alto contenido de grasas y a la falta de fibra de la dieta en sí, que provocan un tránsito lento por el colon, donde las sustancias tóxicas tienen todo el tiempo necesario para provocar sus efectos dañinos.
Aditivos químicos peligrosos en la carne
A la carne se añaden habitualmente numerosos productos químicos potencialmente dañinos, de cuya utilización los consumidores no suelen tener la menor información. En el libro Poisons in Your Body, Gary y Steven Null ofrecen una descripción de las últimas técnicas seguidas en las granjas de cría industrial: «A los animales se les mantiene con vida y se les engorda con un continuo suministro de tranquilizantes, hormonas, antibióticos y una cantidad aproximada de 2.700 distintos productos químicos. Ese tratamiento comienza ya antes de que nazcan los animales, y continúa incluso cuando ya están muertos. Si bien esos productos químicos continúan presentes en la carne cuando usted se la come, la ley no exige que se especifiquen al consumidor».
Enfermedades en la carne
Además de los venenos químicos, la carne transporta muy a menudo las enfermedades de los animales de matadero, que, encajonados en condiciones de escasa higiene y sobrealimentados artificialmente, enferman con mucha frecuencia. En el momento de seleccionar la carne se realizan inspecciones, pero, a causa de las presiones de la industria y del poco tiempo disponible, un alto porcentaje de la carne que se pone a la venta es, muy a menudo, mucho menos sana de lo que los consumidores puedan imaginar.
Alimentación sin carne
Muy a menudo, la palabra «vegetarianismo» causa la inmediata y previsible pregunta: «¿Y las proteínas?». Ante esta pregunta, el vegetariano podría contestar fácilmente diciendo: «¿Y el elefante? ¿Y el toro? ¿Y el rinoceronte?». La convicción de que la carne tiene el monopolio de las proteínas, y de que para estar sanos y fuertes son necesarias muchas proteínas, no son más que tópicos. En la digestión, la mayor parte de las proteínas se transforman en aminoácidos, que el cuerpo utiliza para el crecimiento y la renovación de los tejidos. De los veintidós aminoácidos necesarios, todos menos ocho los puede elaborar el propio cuerpo; los otros ocho aminoácidos «esenciales» son muy abundantes en alimentos no cárnicos. Los productos lácteos, los cereales, las legumbres y los frutos secos son verdaderos concentrados proteínicos.
Costos económicos
El costoso proceso de la producción de la carne, que precisa de terrenos mucho más amplios que los necesarios para los cultivos agrícolas, ha sido fuente de conflictos económicos para la sociedad humana durante miles de años. Un estudio publicado en Plant Foods for Human Nutrition revela que una hectárea sembrada de cereales produce una cantidad de proteínas cinco veces mayor que una hectárea utilizada como pasto para animales de cría; una hectárea de habas o guisantes produce diez veces más proteínas, y una hectárea de espinacas, veintiocho veces más. Ya los antiguos griegos eran conscientes de estos datos económicos. En la República, de Platón, el gran filósofo griego Sócrates aconseja una dieta vegetariana, porque permite hacer el uso más inteligente de los recursos agrícolas.
Existen más razones de peso para evitar el consumo de carne. Los puntos mencionados han sido tomados de Un Gusto Superior, editado por el BBT de ISKCON.
Puede adquirir una copia en los centros de ISKCON alrededor del mundo.